El 23 de junio, Día del Abogado, por iniciativa de la Federación del Colegio de Abogados de Venezuela, se brinda merecido homenaje a todos los abogados de Venezuela.
Es un especial día en el cual se conmemora el natalicio del primer gobernante del país, Cristóbal Hurtado de Mendoza (1772) ilustre abogado, quien se formó en el terreno de las leyes y ocupó cargos importantes en el país: primer Presidente Constitucional de la República de Venezuela (1811) y compañero fiel de nuestro Libertador Simón Bolívar.
La palabra abogado deriva del latín “ad vocatus” (advocare) que significa “llamar” debido a que el abogado está “llamado” a representar a otro, asumiendo su defensa y protegiendo sus intereses. En la antigua Roma, el abogado era quien tenía conocimiento de las leyes y acompañaban a las personas que las desconocían a objeto de brindarles su apoyo cuando debían comparecer ante los Tribunales. Pero también se celebra este día como una forma simbólica de retribuir a los abogados la dedicación, constancia y amor hacia esta Profesión que nos ha dignificado para quienes tenemos por norte, la verdad y la justicia.
El abogado representa a una persona ante una contingencia judicial, asume su defensa y protege sus intereses con la obligación de realizar su labor con celeridad y compromiso, empleando sus conocimientos siempre en beneficio de su cliente, porque su responsabilidad es para favorecer y mantener un sistema de justicia eficaz, con una labor impoluta, incorruptible y apegado al Derecho.
Sin embargo, la vida nos ha puesto una vez más a prueba a través de la pandemia que continua haciendo estragos y en ellos, abogados, colegas, que han contribuido de manera noble a enaltecer esta profesión elegida por cada uno de nosotros.
No es sencillo recibir noticias en este día a día en las cuales se mencionan nombres de quienes han partido, consecuencia de este virus letal, dejando enorme vacío tanto en lo profesional como en lo académico y familiar, así como en el sentido de la amistad, que mueve y conmueve.
Empero, cavilando siempre llega esa luz que ilumina el espíritu guerrero y galopante del venezolano, que pese a esta circunstancia, se estimula para continuar, sin detenerse y asido de la llama de la esperanza que le acompaña junto a la fe invencible de quien todo lo puede y todo lo brinda.
Estamos en igualdad de condiciones. No existe distinción alguna en los actuales momentos. Todos necesitamos los unos de los otros. Existe un vínculo indefinido para sobrellevar con estoicismo esta situación temporal.
¿¿Y cómo podremos continuar con la gallardía y el ímpetu que nos ha caracterizado?? La solución no es inmediata, pero estriba en buscar medios que nos permitan sentirnos “vivos” y “avivados” en esta tragedia, sin quejarnos.
Por el contrario, disfrutar de otras situaciones novísimas que brinden la serenidad y madurez de conservar lo que teníamos en abundancia y que ahora, es limitado, en razón de la circunstancia actual.
Todo pasará y vendrán mejores tiempos. Estamos ciertos en ello.
Estaremos preservados ante cualquier contingencia, pasamos la prueba y con 20 puntos. La Justicia virtual, la educación a distancia, las compras a través del famoso “delivery”, celebraciones de toda índole por la plataforma que elijamos, incluyendo visitas que otrora no le dimos la importancia debida, incluyendo servicios religiosos.
Es el regalo que la propia vida nos está dando a borbotones para que se quede incrustado en nuestro corazón. Aprender que la vida modifica la manera como siempre hemos interactuado con los demás. Aprender que debemos valorarnos y así, a nuestro entorno. El sabor de sentirse en familia, al cual no le dábamos la importancia en su momento, ese abrazo y beso postergado. El apoyo incondicional anhelado pero desconocido en su momento.
Aprendamos a vivir como se debe. Es mi sugerencia, que emana del corazón.
Con las limitaciones que la grandeza de la vida obsequia y no hemos querido mirar porque tan solo “veíamos”. Con la agudeza suficiente para disfrutar del sonido de nuestro entorno que dejamos de lado, tantas veces porque no había tiempo. Con ese sabor a venezolano, a gente nuestra, que dada la rapidez con la cual vivíamos, se postergaba, pero estaba ahí, enfrente de cada uno de nosotros. Con ese olor a tierra mojada por tan maravillosa lluvia que la madre tierra requiere a gritos para refrescar el espíritu de cada uno de sus hijos: nosotros.
Amigos, no había tiempo. Todo era contra reloj, ni para celebrar el cumpleaños de nuestros hijos. Pero afortunadamente todo cambió y es el regalo para cada uno de nosotros.
Continuemos en la lucha constante por lo que creemos y amamos. No decaer es la consigna, sin olvidar a nuestra familia, ese ente que nos da tanto cada segundo, en el día a día, que no podemos ni debemos postergar.
El aprendizaje ha sido y es el regalo para cada uno de nosotros.
Brindar lo mejor de cada uno y a su medida, es vital y no letal, como el virus.
Luchemos por mantener la línea de la vida de manera cordial y amorosa, sin recargar nuestra conciencia con odios y malestares.
Que los demonios que nos acechan, queden en el pasado: la divinidad de esta nueva vida, nos da la bienvenida para que sintamos que ha valido la pena tan difícil y dolorosa experiencia y ahora es cuando. Seguimos adelante. Con la frente en alto y esa sonrisa que nos caracteriza. Finalizo, recordando que LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN. De ahí, tomo un fragmento del poema de la mexicana María Guadalupe Munguía…
Cora Farías Altuve
Abogada. Magister en Derecho Procesal.
Presidenta de la Fundación Venezolana de Derecho Inquilinario.
Alicia Figueroa
en dijo
Gracias Guru! Por tu luz, que alumbra la belleza de la vida en cualquier momento y lugar. DTB y te conserve sana, inteligente y generosa!