Venezuela ha tenido tiempos de tensión política y social durante casi dos décadas. Esta situación ha influido notablemente en su economía, tanto, que los datos acerca del PIB y otros factores macroeconómicos no son nada halagadores.
Sin embargo, como contra parte, tenemos un país con la materia prima energética más importante del planeta. Las mayores reservas petroleras certificadas del mundo lo acreditan. Ni qué decir acerca de nuestras provisiones de oro, diamante, gas, carbón, agua potable y de metales emergentes tan necesarios como el coltán y el tourio.
Por otra parte, las bondades climáticas y geográficas de Venezuela son únicas. Un país tropical fuera de la línea de huracanes, de cara al mar Caribe y a las tres Américas (Norte, Centro y Sur), lo resume. Tan solo esta última circunstancia coloca a Venezuela en un lugar único para el desarrollo del turismo.
Ante esta situación general, tenemos a todo un país que lucha por su bienestar.
Contamos con millones de personas emprendedoras dispuestas de manera excepcional a contribuir con la reconstrucción de la economía. Si somos pragmáticos y nos despojamos de fanatismos, no puede negarse que desde cualquier óptica, todos los actores políticos (gobierno y oposición) finalmente coinciden en algo muy importante: la necesidad de que Venezuela se encauce por la senda de la prosperidad económica (desde Septiembre del 2018, se desmontó el control cambiario y se despenalizó las transacciones comerciales en divisas entre particulares).
Esta concurrencia de criterios, junto con las fortalezas antes citadas, aun a pesar de las dificultades, nos conducirá inevitablemente, mas temprano que tarde, a contar con un país generador de riqueza. Resulta ineludible.
Dicho lo anterior y tocando el tema inmobiliario, en la actualidad podemos encontrar apartamentos en lugares paradisíacos como la isla de Margarita, Puerto La Cruz, Tucacas, Higuerote y otras zonas norte-costeras del país, que se ofrecen para la venta en cantidades que ningún inversionista extranjero creería.
Inmuebles con precios por debajo de 30.000 dólares, que en cualquier lugar similar de otras latitudes foráneas, costarían 200.000 dólares o más. En ciudades como Caracas, aun pueden adquirirse apartamentos de alto rango por menos de 50.000 dólares. Adicionalmente, el mercado de arrendamiento de inmuebles VIP está dolarizado y el valor de la renta por este tipo de negocios (tomando las precauciones legales), se encuentra casi a niveles de rango internacional.
Si a esta circunstancia le agregamos el bajísimo costo por los gastos comunitarios e impuestos inmobiliarios que existen en el país, debe concluirse que es un buen momento para adquirir un inmueble en Venezuela. Es el tiempo de invertir. Después no digan que no lo sabían.
Enrique Herrera Silla
Corredor inmobiliario COIV
Abogado especialista en temas inmobiliarios
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